La bañera o la ducha de nuestra casa puede parecer un lugar limpio, ya que siempre que la usamos estamos utilizando jabón o champú. Pero esto no nos debe confundir, la ducha necesita limpiarse de forma periódica.
Ten en cuenta que nuestra piel está en contacto directo con el plato de la ducha, que es una zona con constante humedad y que nos quitamos nuestra suciedad sobre ella.
Aprende a limpiar la ducha de tu casa correctamente con estos consejos. Así evitarás que aparezcan hongos, bacterias o se acumule la suciedad.
Índice
Limpiar las distintas partes de la ducha
La ducha o la bañera se compone de distintas partes que necesitarán una limpieza diferente.
Limpiar los azulejos
Los azulejos es una zona importante a la que dedicar la limpieza. Es normal que en la lechada se acumule moho y no será fácil de quitar.
Para una correcta limpieza sigue los siguientes pasos:
- Despeja la ducha: quita todos los botes de gel, esponjas o cuando objeto que haya. Aprovecha este momento para aclarar estos botes (así eliminarás cualquier pelo que haya quedado pegado) y sécalos para que no guarden humedad.
- Ventila el baño: abre puerta y ventanas para dejas salir toda la humedad y los vapores de los productos de limpieza. Si tu baño tiene ventilador, actívalo.
- A frotar: ponte unos buenos guantes y utiliza una mezcla de lejía con agua. Frota con un estropajo por toda la lechada con el objetivo de limpiar bien las juntas de los azulejos. Espera unos 10 minutos tras frotar con el estropajo y después frota con un cepillo suave (puedes ser un viejo cepillo de dientes). Tras esto aclara bien todos los azulejos con agua caliente.
- El momento del limpiador: una vez que has limpiado la lechada puedes aplicar el limpiador de baño (ya sea uno que hayas comprado como una mezcla casera). Aplícalo por las paredes de la ducha y deja que actúe.
- Limpia con la esponja: con agua limpia pasa la esponja por todas las paredes. No uses en este paso ningún material rígido. Lo mejor es que hagas movimientos de arriba hacia abajo.
- El acabado perfecto: esto es opcional, pero le vendrá bien a tu bañera. Utiliza una toalla vieja o un trapo y seca las paredes. Si las dejas con agua puedes quedar pequeñas marcas.
Limpiar la alcachofa de la ducha
El cabezal o la alcachofa de la ducha necesitará una limpieza periódica. Si se te resiste tienes un truco muy eficaz: envuelve el cabezal con una bolsa de plástico rellena con 2 cucharitas de bicarbonato sódico y media taza de vinagre.
Utiliza una goma elástica para sujetar la bolsa y abre el grifo para añadir un poco de agua a la mezcla. Una vez lo tengas deja que actúe durante toda la noche.
Limpiar el suelo de la bañera
Limpiar la bañera o el plato de ducha es más fácil que los azulejos. Te será suficiente con utilizar un trapo de microfibras y un desinfectante para baños. Aplícalo por toda la superficie.
Es recomendable que antes de empezar elimines todos los pelos que pueda haber con un poco de agua. Cuando esté limpio utiliza una vieja toalla para quitar toda la humedad.
Limpiar la cortina
La cortina debe lavarse con frecuencia pero por suerte bastará con meterla a la lavadora. Aprovecha algún lavado con toallas y mete la cortina junto con ellas.
Para su secado no utilices la secadora, cuélgala en la propia barra de la ducha y se secará rápidamente. Si mantienes una correcta limpieza evitarás que le salga moho.
Cómo quitar el óxido
No es raro que aparezca óxido el algún punto de la bañera. Si es una mancha reciente, fruto de alguna cuchilla o algún objeto de metal, prueba a aplicar una mezcla de limón y bicarbonato de sodio.
Sin embargo, si se trata de una mancha de óxido que lleva ya tiempo, esto no te servirá. Lo mejor es que compres un limpiador que contenga ácido oxálico. Son los mejores para eliminar el óxido.
Con qué frecuencia limpiar la ducha
Lo ideal para tener una ducha limpia y sin riesgo de hongos es limpiarla cada semana. No obstante, si te esfuerzas en mantenerla limpia y seca podrás atrasar la limpieza en profundidad hasta las dos semanas.
Para un correcto mantenimiento básico sigue estos consejos:
- Tras cada ducha seca el plato y las paredes con una toalla.
- Cuelga todos los utensilios de ducha para que se sequen rápidamente.
- Elimina todos los pelos que queden tras el baño.
La ducha, más allá de un lugar en el que asearse, es también una oportunidad en la que relajarse. Si mantienes una correcta limpieza podrás entrar en ella y desconectar del resto. Verás que está siempre perfectamente limpia.